Por Joaquín
Morales Solá
Cristina Kirchner está visiblemente más serena que su marido, aunque tan inconmovible como él. Las retenciones a la soja no se negociarán, dijo el viernes, enfática y definitiva. Un día antes, Néstor Kirchner había sido más fatalista ante la crema y nata del peronismo: Moriremos abrazados a la causa, si hay que morir, dramatizó. En esas mismas horas, los dirigentes rurales debieron soportar durante diez horas una intensa presión de sus afiliados para continuar con el paro. ¡No somos golpistas!, repitieron varias veces, metidos ya en discusiones y dinámicas que no crearon ellos.
Un día después, ayer, la sangre tan temida apareció en las rutas. Escuchar a los protagonistas de la discordia significa perder en el acto el derecho a la esperanza. El viernes se abrió, según todas las apariencias, sólo otra tregua en el largo conflicto entre el Gobierno y los campesinos.
La crisis tiene en vilo a la sociedad desde hace tres meses. ¡No hay crisis!, replica la Presidenta. ¿Qué pasa entonces para que mucha gente esté pendiente del conflicto entre el Gobierno y el campo? Pasa que el gobierno legítimo tomo una decisión legítima y un sector económico la resiste. Punto. No hay más que eso, argumenta. En rigor, Cristina no ha perdido la costumbre de intelectualizar los hechos y pasarlos luego por el tamiz ideológico. Es un sector que no quiere al peronismo, afirma, aludiendo a los ruralistas. La supuesta conspiración destituyente se desliza entre sus reflexiones, aunque no se extiende demasiado sobre esa inferencia.
Néstor Kirchner es más fatalista. El Gobierno puede ganar o no, pero la derrota habrá valido la pena. Para él hay sólo dos alternativas: o el Gobierno cambia el actual equilibrio de la riqueza en la Argentina o se convierte en un gobierno más, condenado a negociar con las corporaciones. Sus alusiones despectivas a las corporaciones incluyen a la política, siempre que la política no esté a su servicio. La corporación política es una referencia recurrente del ex presidente. Cristina nunca va tan lejos, pero es evidente que coincide con el trazo grueso de esas percepciones políticas.
Los dirigentes rurales se prendieron del brazo del cardenal Jorge Bergoglio y del defensor del pueblo, Eduardo Mondino, para salir de la ratonera en la que estaban. El desabastecimiento de las cosas esenciales para vivir comenzaba a sentirse en las zonas más pobladas del país; la violencia en las rutas, entre productores y camioneros, crecía con el correr de las horas, y el Gobierno decía discursos dialoguistas sin dialogar. La pelota está otra vez en poder del gobierno , respiraban tranquilos los ruralistas en la noche del viernes, después de levantar el paro. No se hacen ilusiones: Es un descanso para tomar oxígeno y romper la estrategia mediática del Gobierno , aclaraban.
En cualquier momento puede haber un muerto , le advirtió a Néstor Kirchner un dirigente peronista del interior. Entonces se agudizarán las contradicciones , zafó el ex presidente, recitando la terminología de ideas que nunca fueron suyas. Es probable que ni siquiera conozca de dónde proviene esa fraseología. La Argentina le debe a la Iglesia la creación de un camino que la alejó, aunque fuera circunstancialmente, de la violencia y de más sangre. Los ruralistas no tenían argumentos para levantar el paro, mientras las grescas aumentaban peligrosamente a la vera de los caminos, cuando los obispos pidieron el diálogo y la pacificación. Los dirigentes campesinos encontraron ahí una puerta para salir de un lugar demasiado incómodo.
Me hubiera gustado ver que la Iglesia hablara en su documento de la distribución de la riqueza , hinca la Presidenta. Un momento, por favor, se disculpa y se va. Vuelve con varios documentos de la Iglesia, algunos del año 2000, y lee los párrafos dedicados a los pobres, a los intereses sectoriales y a la mala distribución de la riqueza. En el documento de ahora no hubo una sola referencia a toda esa historia intelectual , dice. Pero la Iglesia le pidió al campo que abandone las rutas y que levante el paro. Eso estuvo bien , concede, breve y lacónica.
La paciencia oriental
Néstor Kirchner fue más expeditivo: Lo que estás diciendo es una estupidez , le replicó a Hugo Moyano cuando éste propuso que el Gobierno convocara al diálogo respaldándose en el documento de los obispos. Felipe Solá le recordó al ex presidente que el peronismo son los dirigentes, los militantes y también la gente de a pie. La gente común cree que la solución la debe dar el Gobierno , le señaló. Kirchner se evadió, una y otra vez, trasladándole la responsabilidad a los medios periodísticos. Los medios han creado esa sensación social , culpó. La estrategia del ex presidente se cifra en recurrir a la paciencia oriental , la gimnasia del inmovilismo que la sociedad no suele comprender cuando la practica un gobierno.
También la Presidenta está segura de que los medios de comunicación han hecho mucho para atizar el fuego. Es fácil hablar de redistribuir la riqueza cuando se está en la oposición. Son sólo palabras. Pero es mucho más complicado llevar el concepto a la práctica desde el gobierno , subraya. Una mezcla que une a sectores económicos con la prensa ha construido la resistencia a esas políticas. Así piensa el matrimonio presidencial. Hay, por lo tanto, una conspiración en marcha. Cristina no lo dice tan explícitamente; Néstor Kirchner es el encargado de denunciar el complot.
Un sector del Gobierno, más objetivo, señala que el peor error del Gobierno fue juntar en el tiempo el conflicto con los ruralistas y la confrontación con la prensa. Son funcionarios que creen que todavía se puede hablar con los dirigentes agropecuarios, empezando por la ganadería, la lechería, el trigo o el maíz. En un clima de acuerdos, las retenciones podrían estar al final de ese camino , se entusiasman.
Algunos dirigentes rurales sostienen también la posibilidad de hacer concesiones sobre la soja, aunque no todas las que el Gobierno quiere, a cambio de una política agrícola y ganadera integral. Unos y otros son sólo palomas que sobreviven, casi famélicas y desahuciadas, en un mundo de halcones.
Promesas incumplidas
La historia lo condena al Gobierno. El intendente de Rafaela se lo dijo al propio Kirchner en aquella reunión de peronistas: No me importa mucho la soja. Me importa la cuenca lechera. Y el Gobierno no ha hecho nada por la lechería. No cumplió hasta ahora ninguna promesa, le recalcó. El ex presidente se escabulló como pudo: Traeme a los tamberos y arreglamos el problema .
Mondino no recibirá al Gobierno, porque el Gobierno no irá a la reunión que convocó para mañana. El defensor del Pueblo deslizó en su convocatoria, aunque no lo dijo, que recurrirá a la Justicia si el Gobierno y el campo siguen complicando la vida de la sociedad. El pleito, en efecto, llegará a la Justicia. Pero la Justicia no encontrará la solución política que los políticos y los dirigentes rurales no encontraron. ¿Por qué no se habla en la Argentina política? Están viendo a dos sectores en pugna. No es así. Hay un gobierno y un sector que se resiste a cumplir las decisiones del Gobierno , devuelve Cristina Kirchner.
El Gobierno ha hecho ya las correcciones que debía hacer a la primera resolución sobre las retenciones. Lo que se tenía que hacer se ha hecho. Podemos hablar sobre la leche o sobre los pollos, pero las retenciones no se negocian , ratificó la Presidenta. Nosotros estamos dispuestos a dialogar y negociar, pero nadie nos llama , se quejan los dirigentes agropecuarios. La lucha es ahora, más que nada, por el triunfo sobre la opinión pública. Gobierno y campo saben que sólo un milagro construiría un acuerdo entre ellos.
La Iglesia no exhortó a las partes sólo para darles un argumento a los ruralistas que les permitiera a éstos levantar el paro. Los obispos están entre preocupados y asustados , ha dicho uno de ellos. Sólo el decurso de las horas les dio la razón: ayer ya hubo un hombre apuñalado en las rutas de Roque Pérez, en la provincia de Buenos Aires. La crispación social parece aumentar. La Presidenta descree de que exista pesimismo social. ¿Dónde está el pesimismo? , pregunta, y se responde: La juventud está entusiasmada con otras cosas. Está encantada todavía con una visita a las oficinas locales de Google.
Cambio de candidato
Cerca de ella se refieren a los presidentes de las entidades agropecuarias como los cuatro jinetes del Apocalipsis . El Gobierno nos está llevando al Apocalipsis , denuncian dirigentes rurales, y ninguno, ni el Gobierno ni el campo, sabe cómo está hablando el otro.
Cristina Kirchner ha cambiado de opinión en las últimas semanas. En la interna demócrata ganó mi candidato: Barack Obama , dice. Perdió Hillary Clinton, su anterior apuesta. Una cosa quedó clara: para ganar la presidencia hay que tener algo más que un marido popular , desliza con una sonrisa burlona, cuando ya se la lleva el protocolo de los presidentes. Afuera, el país parecía entrar sólo en un paréntesis, en un intervalo precario y fugitivo, entre dos combates.