los disimulos de los últimos meses. Sus interlocutores lo llaman
"presidente" a secas por su condición de presidente del partido
oficial. Con premeditación o no, los propios dirigentes rurales
entendieron que estaban ante la última instancia política cuando
Kirchner les blandió un documento de órdago. Volvieron a la protesta
en el acto. Nadie ha hecho tanto por eclipsar la gestión de Cristina
Kirchner como su propio esposo. Argumenta éste que hay que "blindar"
la gestión de la Presidenta de las acechanzas de sus enemigos.
Kirchner ha probado, mejor que nadie, que hay amores que matan.
El sistema de toma de decisión está en discusión. ¿Cómo se decide en
el gobierno de Cristina Kirchner? ¿Quiénes lo hacen? ¿Cuáles son, en
última instancia, las líneas que prevalecen? Todo confirma la
suposición de que nada ha cambiado desde el 10 de diciembre pasado. Un
grupo de cuatro personas suelen cambiar ideas, pero la última palabra
la tiene siempre Néstor Kirchner. La modificación protocolar del
matrimonio presidencial (ella es la jefa del Estado y él es el jefe
del partido) ha convertido en aún más cerrado y hermético ese círculo.
El intercambio de ideas ahí adentro y las consiguientes diferencias no
deben trascender jamás, porque la idea que se impone es la del esposo.
Néstor Kirchner le dictó a la pluma más prolija del secretario legal y
técnico de la Presidencia, Carlos Zannini, que integra con Alberto
Fernández aquel cuarteto deliberativo, el documento que acusó al campo
de golpista y agorero. Dos días después, el propio Fernández hizo un
gesto corto, escaso e insuficiente de acercamiento con los ruralistas,
pero gesto al fin. ¿Puede un gobierno democrático ceder a la presión
de los golpistas? ¿Es eso lo que han hecho los Kirchner? ¿O, acaso,
hay una línea dura y otra más moderada dentro del propio Gobierno? Los
mensajes son confusos.
En la mañana del viernes, la dirigencia agropecuaria se proponía
liberar las rutas a partir del martes. No cesaría la movilización, que
se trasladaría a los centros de pueblos y ciudades, pero los
productores no estarían en las rutas. Los dirigentes temían actos de
violencia en las rutas o, en el otro extremo, una lenta extinción del
fenómeno campesino al costado de los caminos.
En la tarde del viernes, sucedió la violenta detención de ocho
dirigentes rurales en San Pedro por parte de la Prefectura, que
responde a órdenes directas de Néstor Kirchner. Un fiscal pedía, al
mismo tiempo, la citación en calidad de imputados de dos presidentes
de entidades rurales, Mario Llambías y Eduardo Buzzi, y de la
dirigente política Margarita Stolbizer, entre otros, por haber
participado de actos que bloquearon la ruta 9. El sábado no había un
solo dirigente agropecuario en condiciones de garantizar que el martes
se liberarían las rutas. La radicalización del conflicto había sido
promovida en los hechos por Néstor Kirchner.
Pocos fiscales se movieron para reclamar por los piqueteros que cortan
calles y rutas, y esto sucede desde hace más de cinco años. La
práctica es deplorable, la ejerza quien la ejerza, pero en la
Argentina todavía rige el principio de la igualdad ante la ley.
Algunos piqueteros hasta se han convertido en amigos del Gobierno y
hacen las veces de fuerza de choque del ex presidente.
La foto de Kirchner acompañado por Luis D Elía y otros dirigentes
piqueteros pareció más una amenaza encubierta que un encuentro
político. D Elía la emprendió luego contra Washington y una supuesta
conspiración norteamericana que une en un mismo plan a la Argentina y
a Bolivia. ¿Son lo mismo ambos países? ¿Cristina Kirchner es igual que
Evo Morales? Sólo el desvarío político puede unir lo que es distinto.
En esas mismas horas, la Presidenta mantenía una cordial reunión con
el influyente senador demócrata norteamericano Christopher Dodd. El
experimentado legislador salió optimista de la reunión. Si hubiera un
problema entre los dos países, la verdad es que no se notó , le dijo a
su comitiva. Pero ¿cuál política es la que prevalece? ¿La que
protagoniza la Presidenta o la que ampara su esposo?
El ex presidente cree que los ruralistas andan con ganas de
desestabilizar al Gobierno. ¿Dónde está el partido en condiciones de
hacerse cargo del poder? ¿Dónde está el militar que mandaría a su casa
a los Kirchner? El sistema democrático no corre ningún riesgo, pero
Néstor Kirchner tiene algo de razón cuando busca un propósito
desestabilizador. Lo que está en riesgo de ser desestabilizado es una
forma centralizada de mando que duró cinco años.
Esa manera de gobernar reconoció la voluntad de una sola persona y
esquivó todos los límites institucionales. Un sector social y
económico decisivo del país le acaba de decir no por primera vez. Le
hemos dicho basta. Así, no , reconoce uno de los principales
dirigentes rurales. Néstor Kirchner, que ha confundido a la República
y al Estado con su propia persona, está convencido de que esa
impugnación a una forma unipersonal de gobernar es una
desestabilización de las instituciones.
¿No es producto de esa confusión la afirmación del gobierno de que el
conflicto con el campo se cifra en manos de quiénes quedarán unos 1300
millones de dólares, la diferencia entre las retenciones a la soja que
se cobraban hasta el 11 de marzo y las que se cobran ahora? En rigor,
ese monto de dinero tenía un dueño hasta marzo y cambió de propietario
con una resolución inconsulta. Discutir ahora en manos de quién
quedará es concebir el Estado como dueño de la riqueza nacional, de la
pública y de la privada.
Nadie sabe cuándo gobiernan ciertos gobernadores. Algunos han estado
en todos los actos partidarios o gubernamentales de la semana que pasó
como testigos de una historia que escriben otros. No fue una
casualidad. Kirchner entrevé (y entrevé bien) que una llamarada de
sublevación comienza a expandirse dentro del peronismo desde Córdoba,
Entre Ríos y Santa Fe.
El jefe del peronismo entrerriano, Jorge Busti, ha estado hablando
todos los días con el gobernador cordobés Juan Schiaretti y con el
senador Carlos Reutemann. Cerca de ellos se llegó a mencionar la
posibilidad de la partición del peronismo. Kirchner los desafía: el
peronismo detesta a los piqueteros.
Reutemann le escribió a Kirchner para aclararle que el sector
agropecuario es para Santa Fe lo mismo que los hidrocarburos para
Santa Cruz. Fue una manera elegante de decirle al ex presidente que él
no comprende la complejidad de la Argentina y que no aprendió nada en
cinco años. Una irreverencia inédita.
Felipe Solá, el viejo aliado de los Kirchner que los Kirchner
olvidaron, faltó a la reunión de los bloques parlamentarios peronistas
con el ex presidente. Solá no coincide con el documento que acusó a
los ruralistas de desestabilizadores. Quizás el ex gobernador supone
también que el enorme ruralismo bonaerense está necesitando un líder
político que lo contenga.
Nos quedaremos en el partido si se abriera una instancia de diálogo y
consulta, pero buscaremos un peronismo más abierto si se nos niega esa
posibilidad, dijo uno de ellos. El debate se plantea ahora entre un
peronismo consensual o un peronismo venezolano , apuntó otro.
El peronismo nunca se distrae. La protesta rural señaló el nacimiento
en la Argentina de un nuevo sujeto económico, social y, tal vez,
político.