Entrevista:O Estado inteligente

domingo, agosto 09, 2009

Historias de espionajes y rupturas en el poder Por Joaquín Morales Solá

LA NACION 09.08.2009

El diálogo tambalea. La oposición toma distancia. Los amigos se convierten en adversarios. El Gobierno se abroquela alrededor de sus malas políticas y de sus peores formas. El radicalismo intimará formalmente a los Kirchner en los próximos días para que conviertan en actos los meros gestos dialoguistas. Podría dar por clausurada la etapa de negociaciones con el oficialismo. Los últimos seguidores de Alberto Fernández fueron eyectados del Gobierno después de que el núcleo duro del poder se enteró de reuniones reservadas del ex ministro; accedió a esa información por la constante intervención de los teléfonos de Fernández por parte de servicios de inteligencia o policiales.

"Che, Viviani, ¿cuánto nos durará Cobos a nosotros?" Esa frase, casi golpista, pertenece a un diálogo temerario y amenazante entre Hugo Moyano, líder de la CGT, y el dirigente de los taxistas Jorge Viviani. Estaban rodeados de empresarios y de la presidenta Cristina Kirchner en uno de los primeros encuentros multisectoriales del Gobierno. Los empresarios quedaron estupefactos. La Presidenta también reaccionó mal; sintió que el revólver que empuñaba Moyano andaba cerca. Según la lógica del camionero, Cristina Kirchner también durará el tiempo que Moyano lo permita. Sin embargo, Moyano es el único dirigente que acumula más poder desde el 28 de junio, aunque la central obrera que dirige es una orquesta en la que cada músico hace lo que quiere.

Moyano y los Kirchner son indivisibles. Han estado juntos, con escasos intervalos, durante más de seis años de poder. El ex presidente, sobre todo, tiene una actitud reverencial con el líder sindical. Nadie pudo averiguar nunca si se trata de temor a los conflictos que éste podría desatar o, simplemente, de un modo parecido entre ellos de tratar la política y la vida.

Guillermo Moreno les envió una carta a todos los tamberos del país. Les comunicó que sólo si firman un contrato de adhesión a sus políticas, idéntico al que suscribieron los tamberos considerados traidores por los dirigentes agropecuarios, podrán acceder a un subsidio de 20 centavos por litro de leche. Los tamberos atraviesan el desierto y la penuria. Están firmando ese contrato agolpándose en el despacho de Moreno. Hugo Luis Biolcati, presidente de la Sociedad Rural, ya se arrepintió de haber sido tímidamente componedor con la administración. Ninguna de las tibias medidas que tomó el Gobierno en los últimos días sobre el ruralismo fue conversada, anticipada o negociada con los líderes rurales. Lo de Moreno profundizó la bronca del campo. Eso fue todo lo que pasó , dicen los dirigentes. El peor conflicto de la era kirchnerista sigue abierto.

Alberto Fernández acordó la semana pasada con el vicepresidente Julio Cobos un encuentro reservado mediante mensajes de texto. La intención voluntaria del ex jefe de Gabinete, no explicitada en ningún mensaje, era conversar con Cobos sobre la necesidad de que la oposición no acorrale al Gobierno en el Congreso. Ya había hablado de esos temas con el jefe de los senadores radicales, Ernesto Sanz, en un encuentro casual. Fernández temía, y teme, una monumental crisis política si sucediera una descontrolada presión parlamentaria sobre el Gobierno. A Olivos no llegaron esas intenciones, pero sí los mensajes de texto con los detalles fácticos de la reunión.

El mismo día en que Cobos y Fernández se reunieron, los últimos albertistas en el Gobierno eran gélidamente despedidos de la administración. La viceministra de Justicia, Marcela Losardo, una fiel colaboradora de Fernández desde los primeros tiempos de éste como jefe de Gabinete, se encontró con el inesperado despido.

Un día antes, los máximos líderes parlamentarios del radicalismo, el senador Sanz y el diputado Oscar Aguad, se reunieron con el ministro de Justicia, Julio Alak, y con la propia Losardo, la única funcionaria judicial del Gobierno que contaba con el respeto de los jueces y de la oposición. Todos ellos trataron sobre el Consejo de la Magistratura. Losardo era la que neutralizaba el fanatismo de Kunkel y Conti en el Consejo de la Magistratura , recordó Sanz. Ella es inamovible , les aseguró Alak a los legisladores opositores. Un día después estaba fuera del Gobierno. Con ella partió también otro amigo de Fernández, Nicolás Trotta, un subsecretario que depende del vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, un hombre que practica sucesivas y breves lealtades.

Alberto Fernández venía recibiendo respuestas por e-mail a mensajes que él nunca había mandado. Tuvo en algún momento, también, la borrosa impresión de que sus conversaciones telefónicas eran conocidas por la cresta del poder. Lo que sucedió la semana que pasó lo alejó de cualquier duda: Creo ahora que mis teléfonos y mis correos están intervenidos por el Gobierno , se despachó el hombre que perteneció durante seis años a la más estricta intimidad del matrimonio presidencial. Sospecha también de la Policía Federal.

Si quien fue el amigo más cercano del matrimonio presidencial durante más de un lustro está sometido a semejante espionaje de su vida privada, ¿qué puede esperar el resto de los argentinos con alguna relevancia pública? Nada mejor, ciertamente.

Fernández fue el funcionario que más tiempo gastó en la defensa pública y privada de los Kirchner. El matrimonio presidencial no sabía que, aunque de otra manera, el ex ministro seguía practicando cierta defensa del Gobierno. Por ejemplo, Fernández nunca se resignó desde la derrota electoral a una salida anticipada del gobierno de Cristina Kirchner, aun con sus críticas al kirchnerismo. Dispararon y después preguntaron quién vive , se ofendió el viernes.

Ese mismo día, Alberto Fernández se enteró por la prensa de que había sido relevado de su cargo de representante del Estado en Papel Prensa. Nadie le anticipó nada. Fernández nunca había asumido, en verdad, esas funciones. Los mensajes de morenización del Gobierno no se hicieron esperar: una mujer hiperdisciplinada a Guillermo Moreno, Beatriz Paglieri, fue designada en su lugar en el directorio de la empresa papelera.

Junto con Paglieri, un mensaje encubierto de dureza partió hacia los dos principales diarios de la Argentina, LA NACION y Clarín, accionistas mayoritarios de Papel Prensa. Moreno nunca llega a ningún lado para convivir pacíficamente. Al mismo tiempo, un empresario periodístico de medios audiovisuales, muy cercano al kirchnerismo en los últimos años, ha sido sometido a una férrea investigación impositiva por el delito de traición.

Agustín Rossi recibió la orden de no negociar nada con la oposición sobre las facultades delegadas que el Congreso deberá prorrogar o recuperar el próximo 24 de agosto. Quieren prorrogar todo, las 1900 leyes de poderes extraordinarios, por un año más. Es el trámite anual que se hizo siempre. Sobresale entre esas facultades la de fijar retenciones a las exportaciones, el nudo central del conflicto con el campo. En fin, para los Kirchner no pasó nada. El 28 de junio no sucedió. Sólo se sacudieron el polvo del fracaso y parecen estar intactos de nuevo.

El Gobierno ya ha perdido de hecho la votación en el Senado por la anulación del satelital aumento de las tarifas de gas. Pero encontró formas reglamentarias para amordazar a la oposición. No permite que haya un informe de la comisión respectiva (donde el oficialismo tiene mayoría) y eso condena a la oposición a buscar el debate en el recinto. Sin aquel informe, se necesitan los dos tercios en el recinto. Imposible para la oposición. Una mayoría de senadores, muchos peronistas entre ellos, están dispuestos a anular el aumento, pero no lo puede hacer por las perfectas trampas del reglamento que perpetra el kirchnerismo.

Gerardo Morales, titular del radicalismo, le pedirá en los próximos días una reunión formal a Aníbal Fernández para intimar al Gobierno. Si no hay actos concretos, esta ronda del diálogo habrá concluido , anticipan los radicales. El diálogo es ya una sucesión de fotos superficiales , argumentan. Pasó un mes desde el primer encuentro con la oposición más importante, la de la coalición no peronista, y sus líderes no recibieron más que desplantes como respuestas.

Néstor Kirchner ha dicho, en un increíble encuentro con intendentes bonaerenses (que los intendentes no querían), que ningún diálogo lo hará renunciar a sus convicciones. ¿Cuál es el límite de sus convicciones? ¿Sólo él podrá fijarlos arbitrariamente? ¿Qué clase de incierto diálogo es ése? No hay respuestas. Las únicas noticias que se tienen son las de un Kirchner encerrado en Olivos y empecinado en sus viejas certidumbres.

Las formas de Moyano son, a todas luces, incompatibles con la democracia. Su principal socio político, Kirchner, debe demostrar que en la adversidad él sigue siendo compatible con el sistema político, el mismo que una inmensa mayoría de los argentinos eligió para vivir su vida de contrastes inmemoriales.

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