Cuál es el cambio que "recién empieza"?Por Mariano Grondona

Domingo 15 de julio de 2007

El lanzamiento de la candidatura presidencial de Cristina Fernández de Kirchner vino acompañado por el siguiente eslogan publicitario: "El cambio recién empieza". Si ahora va a empezar, ¿cuál es el cambio del que nos habla el Gobierno?

La raíz original del verbo "cambiar" es la voz eslava skamb, que significa "doblar". De aquí nace el español "cambiar". "Cambiar", pues, es "girar". Con el mismo espíritu define el verbo "cambiar" el Diccionario de la Lengua Española, cuyas dos primeras versiones son éstas: "Dejar una cosa o situación para tomar otra" y "convertir o mudar algo en otra cosa, frecuentemente su contraria".

Tanto en su origen etimológico como en su versión española, pues, "cambiar" implica tomar un nuevo rumbo. Supongamos que un automóvil cambia de curso en la carretera. Lo primero que se nos ocurre es decir que dobla, que gira, que altera su ruta. ¿Es ésta la alteración decisiva que el gobierno nacional tiene en vista cuando anuncia que, con la candidatura de Cristina, "el cambio recién empieza"?

Es lícito dudarlo porque hay, por lo pronto, una contradicción lógica. Si el cambio "recién empieza" a partir de Cristina, ¿qué es lo que tuvimos hasta ahora? ¿Habría que concluir, como lo querría la lógica, que si el cambio recién empieza en 2007, lo que hubo entre 2003 y 2007 no fue el cambio sino la continuidad de lo anterior? Pero también hay que reconocer que el advenimiento de Néstor Kirchner, para bien o para mal, trajo consigo un drástico cambio. ¿Cómo compatibilizar entonces su impulso original de producir un cambio a partir de 2003 con el eslogan inicial de su esposa?

Quizás advertido de esta contradicción, el Presidente dijo no bien lanzado el eslogan inicial de su esposa que lo que vendrá será "la profundización del cambio". Pero la profundización del cambio es lo opuesto al cambio. Según esta definición presidencial, el cambio habría empezado en 2003 y ahora se lo "profundizará". ¿Cuál cambio? El mismo que él había iniciado hace cuatro años.

Para volver a la metáfora del automóvil, si "cambiar" significa tomar un rumbo opuesto al anterior, "profundizar el cambio" significa "acelerar" en la misma dirección. Si el automóvil del ejemplo corría hacia el Norte, "profundizar el cambio" no equivaldría a torcer hacia el Sur, sino a seguir aún más rápidamente hacia el Norte. Que el cambio recién empieza y que hay que profundizarlo son, en suma, dos conceptos mutuamente excluyentes.

El cambio de 2003

Sostener que con Néstor Kirchner las cosas cambiaron a partir de 2003 equivale a decir dos cosas, una política y otra económica. En lo político, que el país cambió porque Kirchner concentró todo el poder. En lo económico, que el país cambió en dirección de una intervención creciente del Estado ¿Quién podría afirmar que, en estos dos campos decisivos, el país no cambió diametralmente en 2003?

¿Cuál sería entonces el verdadero "cambio del cambio" que el Gobierno anunció al decir que el cambio "recién empieza"? ¿Que la nueva presidenta, de triunfar en octubre, traería consigo el pluralismo político en lugar del "pensamiento único" y la liberación de las fuerzas de la competencia en lugar de la coacción estatal? Si ésta fuera su intención, el "cambio del cambio" en verdad empezaría.

Pero ¿es ésta la intención real de la pareja gobernante? Por ahora, nada permite afirmarlo. Kirchner no ha variado ni el tono ni el contenido de sus mensajes. Y si Kirchner no ha variado, ¿es su esposa quien lo intentará?

La oposición política al Gobierno y la opinión de los observadores independientes apuntan, eso sí, en el sentido de un verdadero cambio del cambio. El abandono de la hegemonía política y del intervencionismo económico que hasta ahora nos han gobernado son, precisamente, lo que muchos reclaman para que el país avance hacia lo opuesto de lo que tiene ahora; hacia un pluralismo republicano y hacia una economía libre que podría atraer las grandes inversiones que andamos necesitando. Si el país rumbeara en este nuevo sentido, entonces sería correcto afirmar que ese cambio en dirección del pluralismo y de la multiplicación de las inversiones privadas que podrían liberarnos de la escasez y los cortes actuales "recién empieza". Para sostener la posibilidad de este nuevo horizonte, empero, tendríamos que imaginar que Cristina es realmente diferente de su esposo o que éste, a sabiendas de que en 2007 debería cambiar de veras, habría acordado con su esposa que fuera ella y no él la autora de este giro fundamental.

El otro curso de acción posible sería que, si el Gobierno sólo quiere "profundizar el cambio" de 2003 en vez de rectificarlo, la oposición lo sustituyera en este anhelo de libertad que muchos argentinos comparten. Pero el signo de la oposición no es la unidad sino la mezquindad. ¿Cómo juzgar si no el hecho de que los restantes candidatos de la oposición no hayan aceptado ni siquiera la modestísima iniciativa del doctor López Murphy para unir al menos, en el día de los comicios, la acción controladora de sus fiscales de mesa?

Ilusión del "marketing"

Cuando una empresa lanza un nuevo producto, puede ceder a la tentación de elogiarlo exageradamente. Si la gente "compra" esta exageración también comprará, al menos al comienzo, el producto que se le anuncia. Esto, hasta el momento en que la realidad desplace a la ingenuidad de los compradores.

En política no ocurre otra cosa cuando un candidato "sobrevende" con eficacia sus contradictorias afirmaciones. ¿No advirtió acaso Maquiavelo que, en política, las apariencias sustituyen a la realidad? Si la campaña que ha lanzado el Gobierno apenas disimula, como hemos visto, la lógica inexorable de los hechos, también es verdad que, si su engaño dura lo suficiente, puede asegurarle el triunfo electoral en octubre porque lo que más le importa no es necesariamente la verdad, sino una apariencia ganadora.

Lo que más importa en una democracia adolescente como la nuestra es, en suma, la eficacia de las comunicaciones. Y si el engaño termina por descubrirse demasiado tarde, aun así los propagandistas habrán obtenido lo que más les importaba: el poder de la victoria.

La exageración sobre el producto que se vende no necesita durar para siempre. Bastarán algunos meses. Aunque siga siendo verdadera la advertencia de Abraham Lincoln según la cual "se puede engañar a mucha gente por mucho tiempo, pero no a toda la gente por todo el tiempo", a los publicistas del Gobierno les bastará con que el breve tiempo del engaño dure de aquí hasta octubre. Después, Dios dirá.

Todos recordamos cómo una hábil acción publicitaria nos presentó a De la Rúa como el firme y decidido gobernante que en verdad no era. Las consecuencias vinieron después, pero ellas no afectaron el prestigio profesional de sus publicitarios. A los asesores de la pareja Kirchner sólo les bastará con seducir a la tribuna hasta el 28 de octubre. Con que sólo después quede al descubierto el engaño del "cambio en el cambio" que ahora proclaman, esto les bastará porque su real objetivo no es anunciar un programa realizable en el largo plazo, sino explotar la ilusión de la gente por un corto plazo. Sólo después, entre 2007 y 2011, quizás la profecía de Lincoln se cumpla acabadamente.

Por Mariano Grondona