Entrevista:O Estado inteligente

domingo, novembro 13, 2011

La conspiración que encubre los problemas Por Joaquín Morales Solá



Quien le hace a Cristina un relato distinto al de Guillermo Moreno? La pregunta estalló entre kirchneristas preocupados por el brusco giro de los asuntos financieros y cambiarios. Silencio. Sin respuestas. En realidad, hay una respuesta para esa pregunta: nadie. Los otros funcionarios están preocupados por permanecer o por escalar. Tampoco se sabe si alguno de ellos tiene una receta diferente. Moreno, en cambio, anda con sus dogmas bajo el brazo, dice que se va del cargo (mientras todos aseguran que estará en el Gobierno después de diciembre) e instala ideas de complot contra la Presidenta. Cristina le cree.

Moreno tiene un solo aliado, pero incondicional: es Ricardo Echegaray , jefe de la AFIP. Los dos son célebres como especialistas en diseñar soluciones de corto plazo. ¿Hay problemas con las masivas compras de dólares? No se venden más dólares, aunque los ahorristas en dólares se llevan sus depósitos. ¿Las importaciones requieren de dólares que no abundan? Cierran las importaciones, aunque hasta la industria argentina se quede sin insumos indispensables. ¿Se necesitan liquidaciones de dólares por las exportaciones? Hay que exportar con urgencia, aunque se violen expresas resoluciones del Gobierno. Ellos son así.

Un equipo técnico de empresarios estaba en los últimos días negociando en el ministerio de Julio De Vido la implementación de la quita de subsidios cuando apareció un mensaje de Moreno sobre esa cuestión. Los funcionarios de De Vido se apartaron en el acto. ¿Moreno también decidirá sobre los subsidios al consumo de servicios públicos? Sí, según todo lo indica. Vamos a terminar con un sistema en el que el jubilado del séptimo piso tiene subsidio y el empleado del octavo no lo tiene , se cansó uno de los negociadores.

Los empresarios que creyeron en la posibilidad de un cristinismo acuerdista han sido conquistados por la decepción. El kirchnerismo es una creación política (exitosa hasta ahora) de la confrontación. Cristina Kirchner fue una candidata cordial, que alimentó aquellas expectativas consensuales, cuando su presente y su futuro se mecían en un mar calmo y las brisas iban en la dirección de sus velas. La primera adversidad la devolvió raudamente a los viejos reflejos: es abriendo fuego en el campo de batalla como piensa ganarle al dólar, al déficit fiscal y a la inflación.

Tenemos, por lo pronto, una conjura detrás de la inestabilidad cambiaria. Moreno y el ala más dura de la administración aseguran que esa intriga viene del "club de la deuda". Cristina está convencida de que ese relato es cierto. El "club" estaría formado por banqueros que promoverían una nueva ola de endeudamiento de la Argentina para pagar viejas deudas.

Es extraño, pero al banquero que más se nombra dentro de la conspiración presunta es a Jorge Brito, un viejo amigo del Gobierno que avaló muchas, no todas, las medidas recientes de la administración. Un interrogante se abre, entonces: ¿acusan a Brito o al ministro de Economía, Amado Boudou, y a su delfín, Hernán Lorenzino, secretario de Finanzas? Estos funcionarios son muy amigos de Brito, pero son, a la vez, los que más bregan por una reinserción del país en el mercado internacional de créditos. ¿Brito? No hay mejor amigo de ustedes que él entre los banqueros , le contestó un empresario a un funcionario que divulgaba la conjetural confabulación. Inútil. La conspiración debe existir para explicar la desdicha.

Brito es un banquero importante, pero no está en condiciones de controlar lo que sucedió en los últimos tres meses. ¿Qué pasó en agosto, septiembre y octubre? Se fueron del sistema financiero unos 11.500 millones de dólares. El reparto fue así: poco más de 3700 millones se fueron mensualmente en agosto y en septiembre. Según cálculos recientes, que llegan sólo hasta el 28 de octubre, en este último mes huyeron del sistema unos 4100 millones de dólares.

Esto ocurrió en octubre, el mes en el que nadie dudó del éxito de la Presidenta y en el que finalmente se consumó su victoria. La votaron masivamente, y masivamente se llevaron los dólares de los bancos. Esto no lo puede decidir una sola persona y ni siquiera un solo sector de la economía. Un dólar llamativamente barato frente al fenómeno inflacionario, falta de referentes económicos en la administración y los confusos mensajes también económicos del oficialismo espolearon la voracidad social por la moneda norteamericana.

Moreno y Echegaray hicieron el diagnóstico de la conspiración y le llevaron a Cristina la receta para conjurarla. Limitaron hasta extremos insostenibles la compra de dólares y crearon, como era previsible, más desconfianza y un dólar paralelo. Hace 30 años también se hablaba del dólar paralelo. La historia es endemoniadamente circular en la Argentina. Pero ¿cómo reconocer que el pensamiento ha evolucionado cuando el médico es Moreno, que cultiva las ideas del peronismo de los años 50? De todos modos, debe reconocerse que no hay otro funcionario en la administración como él, capaz de crear una narración de las cuestiones económicas, rústica y convincente, primitiva y sólida. Todo al mismo tiempo.

¿Qué hacen los otros funcionarios económicos? Boudou es incapaz de insinuar un gesto en contra de la voluntad presidencial. Débora Giorgi espera ser confirmada como ministra o ascendida a la jefatura del Palacio de Hacienda. Julián Domínguez urde su continuidad como ministro o su elección como presidente de la Cámara de Diputados. Ninguno sabe nada de su porvenir. ¿Sabés algo? Esa es la pregunta habitual entre los más envarados ministros. La respuesta, también habitual, es que todos ignoran todo. La Presidenta se encerró, sola, en sus cavilaciones sobre su futuro equipo de gobierno. Moreno, siempre desmedido y convencido de sí mismo, es el único que actúa, insensible frente a su destino.

Uno que desliza, a veces, cierta línea moderada es De Vido. Se limita a recordarle a la Presidenta que Néstor Kirchner lo había instruido a él para construir acuerdos políticos y para tender puentes con el peronismo, con los sindicatos y con los empresarios. No avanza más allá de esa recordación, ni siquiera para señalar que las crispaciones del kirchnerismo corrían por cuenta de otros.

De Vido se aparta, eso sí, cuando Moreno aparece con sus relatos de conjuras y con sus recetas para solucionar el problema de mañana. Pasado mañana, el problema será seguramente más grave. ¿Ejemplo? La inflación. Con el dólar pasó lo mismo. Moreno y Echegaray tomaron decisiones que le correspondían a Marcó del Pont, aunque ésta debió suscribirlas. Marcó del Pont no tiene tanta capacidad de daño como para hacer semejante estropicio , dijeron los que conocen a los protagonistas del melodrama. Sea como sea, el dólar no se quedó quieto ni los argentinos se fueron a dormir tranquilos.

El presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti, fue testigo casual de la psicosis social sobre el dólar y de la desconfianza en los que mandan. En un almuerzo con importantes empresarios, éstos le preguntaron si el Gobierno podría acceder a las cajas de seguridad de los bancos. Lorenzetti respondió rápido: La jurisprudencia histórica de la Corte protegió la inviolabilidad de las cajas de seguridad . Es decir, sólo las pueden tocar sus dueños. Lo que el juez no dijo, o no quiso recordar, es que la propia Corte ya le había advertido a Echegaray, en medio de la crisis local e internacional de 2009, que el tribunal no permitiría que nadie se metiera en las cajas de seguridad de los bancos.

¿Dónde había un problema sin solución posible, tan grande que justificara la conversión del Estado en gendarme del dólar? En ninguna parte. Sin embargo, así son las soluciones de Moreno, la única pieza que gira y funciona, infatigable, en medio de un desierto de funcionarios..


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