Entrevista:O Estado inteligente

domingo, março 25, 2012

La Argentina, enojada con el mundo Por Joaquín Morales Solá

LA NACION
Cristina Kirchner quiere un enemigo. Tarde o temprano, siempre lo
termina construyendo según la medida de su necesidad política. Ahora
le tocó al mundo. Los Estados Unidos están a punto de sacarle a la
Argentina las ventajas comerciales para exportaciones nacionales. El
rey Juan Carlos viajará en los próximos meses a México, Brasil y
Chile. En un recorrido parecido al de Barack Obama en su momento,
pasará por el cielo de la Argentina sin aterrizar en Buenos Aires en
medio del grave conflicto por el control de YPF, propiedad mayoritaria
de la española Repsol.

El Fondo Monetario Internacional podría dictar duras sanciones contra
la Argentina en los próximos tres o cuatro meses para castigar sus
trastornos estadísticos y económicos, según adelantaron inmejorables
fuentes. Los empresarios de Brasil y Chile están presionando
fuertemente a sus gobiernos para que tomen distancia de un régimen
argentino de importaciones que depende de la voluntad absoluta y
contradictoria de un solo hombre. La bronca europea oscila entre las
trabas comerciales de Moreno, el caso Repsol y la inexplicable
sobreactuación argentina contra los británicos por Malvinas.

¡Qué maravilla! Hemos argentinizado YPF sin poner un peso. La
exclamación fue de Néstor Kirchner poco después de que la familia
Eskenazi accediera a parte del paquete accionario y al gerenciamiento
de la petrolera. Se la dijo a un funcionario que todavía está en la
administración. No se hacen esas cosas sin poner un peso. La compra de
acciones por parte de los Eskenazi debía ser pagada con sus ganancias
en la empresa.

Ese fue el acuerdo de Repsol con los Eskenazi, que Kirchner respaldó y
del que luego se ufanó. No es cierto que no se invirtió. YPF invirtió.
¿Pudo invertir más? Sí, pero el acuerdo para argentinizarla obligaba a
liquidar las ganancias , recordó otro funcionario que trabajó en el
acuerdo. El presidente de Repsol YPF, Antonio Brufau, le recordó los
términos de ese pacto al propio representante del Estado, Roberto
Baratta, durante una tensa reunión del directorio de la compañía. Los
españoles no saben ya qué ha cambiado desde entonces, ni quién es
ahora un interlocutor argentino fiable, ni qué es lo que quiere la
Presidenta.

Quiere el espectáculo de la guerra, por ahora. En la famosa reunión
del directorio en la que no pudieron ingresar Baratta y dos
funcionarios nacionales, Axel Kicillof y Daniel Cameron, hubo una
mediación frustrada. Un miembro independiente del directorio, Mario
Blejer, consiguió que Brufau accediera a que se sentaran en la reunión
Cameron y Kicillof; éstos habían aceptado antes la mediación de
Blejer. Cuando llegó la invitación, los funcionarios se negaron a
ingresar. Habían consultado con Cristina Kirchner y ésta les ordenó
rechazar la mediación. Luego, los funcionarios denunciaron ante los
periodistas que no se los dejó entrar, lo cual fue cierto en el primer
momento, pero no en el último.

En una segunda reunión, los mismos funcionarios, ya en reunión de
directorio, aceptaron aprobar la memoria y el balance, aunque pidieron
un cuarto intermedio para redactar dos objeciones parciales. Cuando
regresaron, anunciaron que votarían en contra de todo el balance y que
no le agregarían nada. La Presidenta había vuelto a obturar cualquier
posibilidad de acuerdo.

La tercera reunión fue la del miércoles pasado. La mayoría de los
accionistas de YPF, Repsol y los Eskenazi anunciaron que no
liquidarían dividendos de los años 2010 y 2011, que usarían esos
recursos para capitalizar la empresa, que no comprarían dólares y que
no girarían divisas al exterior. Era la respuesta perfecta para las
quejas presidenciales por la liquidación de ganancias. La Presidenta
volvió a rechazar el acuerdo y pidió que ese dinero no sirviera para
capitalizar la empresa, sino para crear un "fondo de inversión".

Una empresa capitalizada está en mejores condiciones de conseguir
créditos para inversiones. Es improbable, además, que los dueños de
YPF usen esa capitalización para hacerse de dólares en Nueva York,
como denunció Kicillof. Incurrirían en una mentira o en una traición.
En tal caso, la maquinaria de inteligencia y mediática del Estado les
caería encima en el acto.

Los dueños de YPF decidieron no sentar el precedente de un "fondo de
inversión", que luego el Gobierno podría digitar a su antojo. ¿Por qué
no reclamaría más recursos para ese fondo? ¿Por qué no podrían pagarse
con esos recursos las importaciones de combustibles, que este año
podrían oscilar entre los 10.000 y los 12.000 millones de dólares?

Las inversiones de Repsol en la Argentina son las inversiones
industriales más importantes de España en el mundo. En la Argentina
está la primera colectividad española en el exterior. El rey Juan
Carlos tiene una histórica relación con la sociedad argentina y con la
propia Presidenta. El monarca rompió todas las reglas del Estado
español cuando en 2007, poco antes de las elecciones que ganó
Cristina, recibió a ésta en su residencia de verano. El rey no recibe
visitas extranjeras durante sus vacaciones ni se reúne con candidatos.
La Presidenta nunca le devolvió ningún favor.

Yo no le aconsejaría al rey que viaje ahora a la Argentina , dijo un
funcionario español, que aceptó que Buenos Aires es una escala
indefinida e inasible para todo el gobierno de su país. El funcionario
español había tenido acceso a los informes que revelaron la exasperada
reunión de Cristina con el príncipe Felipe durante los fastos de su
asunción, en diciembre pasado. ¿Para qué iría el rey ahora a Buenos
Aires en medio de la disputa por Repsol, que es una cuestión de Estado
para España? , se preguntó el funcionario.

El caso Repsol, que tiene un 20 por ciento de sus acciones en manos de
norteamericanos, y las restricciones para acceder al dólar y para
liquidar dividendos, han destruido cualquier posibilidad de inversión
externa o local. ¿Quién traería dólares al país si después no podría
sacarlos? Un prestigioso analista económico fue contratado por dos
fondos de inversión, uno en Miami y otro en Bruselas, para dar
conferencias ante potenciales inversores. No dio ninguna conferencia.
Cobró sus honorarios y se volvió sin poder hablar. No hubo ningún
interesado en invertir en la Argentina.

Los industriales de San Pablo están en pie de guerra con la Argentina.
El método Moreno para las importaciones es tan "indescifrable" para
ellos como lo es el sistema cambiario argentino para el BID, un banco
amigo del Gobierno. Una delegación de empresarios chilenos vino a
Buenos Aires para reunirse con Moreno; querían conversar sobre las
limitaciones a las exportaciones chilenas. Moreno canceló la reunión
cuando los empresarios ya estaban en Buenos Aires, apenas 48 horas
antes de que la Presidenta fuera a Santiago. Los chilenos no están más
serenos que los brasileños.

Sólo faltaba el aislamiento cultural. Llegó. La última decisión de
Moreno, que frenó la importación de libros y su compra por Internet,
es una de las más autoritarias que tomó la democracia argentina. Los
pretextos que respaldan esa decisión son embusteros. ¿Cristina
Kirchner conoció con antelación la decisión sobre los libros? ¿Esa es
la misma presidenta que autorizó personalmente el primer homenaje a
los valerosos jueces que juzgaron a las Juntas Militares en 1985,
olvidados durante casi nueve años por el kirchnerismo?

Los libros no son de consumo masivo, es cierto, pero son un símbolo de
la libertad. ¿Sabe la Presidenta que las restricciones a los libros
(y, por lo tanto, a la cultura y al conocimiento) son una vieja
expresión del oscurantismo político? ¿Aspira a que ese sea el legado
de su presidencia? Los libros aparecen, así, como otro enemigo en la
larga saga presidencial de batallas culturales y de guerras
políticas..

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