LA NACION
La política está perdiendo el tiempo imaginando cosas que nunca sucederán. Carlos Reutemann no será candidato presidencial; Francisco de Narváez, tampoco. Néstor Kirchner no cederá a ningún vicario su candidatura en 2011. El Acuerdo Cívico y Social se dividirá en dos o más partes. Y las elecciones no se adelantarán mientras Cristina Kirchner y Julio Cobos sean la presidenta y el vicepresidente de la Nación. Saber lo que no sucederá abrevia, por lo menos, la natural incertidumbre sobre lo que finalmente sucederá.
Reutemann es el peronista histórico mejor posicionado en las mediciones de opinión pública y el que más consenso convoca dentro de su propio partido. Sin embargo, el senador ya adelantó personalmente su decisión de apartarse de la campaña a Francisco de Narváez y a Felipe Solá. A Eduardo Duhalde se lo mandó a decir con la esposa de éste, la senadora Hilda de Duhalde, colega de Reutemann en el Senado. Trabajen tranquilos en sus proyectos presidenciales. Yo no seré candidato , les repitió a cada uno de ellos.
¿Qué lo llevó a Reutemann a hacer esas confesiones? En primer lugar escuchó a uno de ellos decir públicamente que él era un "tapón" para la carrera de los otros. Nadie puede ser candidato en serio mientras Reutemann esté indefinido , argumentó el otro peronista. No soy tapón, porque no soy candidato , les aclaró Reutemann. ¿Teme Reutemann una campaña sucia y larga? No me gustan esas campañas, pero sé que forman parte de las reglas del juego , responde. ¿Lo inquieta el país imprevisible que podría heredar el próximo presidente? La Argentina tiene una capacidad increíble para levantarse de sus caídas. Será un país difícil después de los Kirchner, pero tendrá solución , dice. Lo único que Reutemann detesta es el consejo que suelen darle algunos de sus amigos en el peronismo: Agarrá y después vemos , le sugieren. No, así no , replica en el acto.
Reutemann parece hecho de otra madera. Algunos dicen que yo sólo podría ser presidente de Suiza. No lo sé, pero lo cierto es que estamos en la Argentina , subraya. Todos esos elementos pudieron influir en su decisión, pero hay una cuestión de fondo más importante que ninguna otra: no siente la inspiración de la candidatura. Lo explica así: No me engancho con la candidatura. No la siento. Esa es la verdad. Y yo siempre me dejo llevar por mi intuición. Nunca voy contra ella . Las versiones sobre la candidatura de Reutemann han ido y han venido. Es hora ya de dejar de hablar de ella.
Otra cosa que no sucederá es la candidatura presidencial de De Narváez. No hay ningún juez en la Corte Suprema de Justicia que vea con simpatía la candidatura presidencial de un ciudadano nacido en el extranjero e hijo de extranjeros. La Constitución le exige al presidente el requisito de ser argentino nativo o hijo de argentinos nativos. Cada país elabora en su Constitución el contrato con las condiciones que debe tener su presidente. Ese es un acuerdo explícito que no se discute en ningún lugar del mundo.
Uno de los argumentos de De Narváez es que ese requisito pertenece a la Constitución de 1853, a la que, en la reforma de 1994, se le agregaron tratados de derechos humanos que lo beneficiarían a él. Sin embargo, el viejo artículo con las condiciones presidenciales no pasó inadvertido para la Asamblea Constituyente del 94. Se le extrajo, por ejemplo, el requisito de que el presidente argentino debía practicar la religión católica, apostólica, romana. Ese artículo fue reescrito durante la reforma.
De Narváez se vio con un solo miembro de la Corte Suprema para explicarle su caso. El juez le deslizó su escepticismo: Nosotros estamos para velar por la correcta aplicación de la letra y el espíritu de la Constitución , respondió el magistrado. No le dijo nada más. Pero otros miembros del máximo tribunal lo interpretaron de esta manera: Le aclaró que la Corte jamás le hará decir a la Constitución lo que la Constitución no dice . De Narváez podría alargar su pleito si decidiera recurrir primero a un juez electoral, cuya decisión será, en cualquier caso, apelada. En algún momento, el diputado peronista que derrotó a Néstor Kirchner deberá vérselas con la Corte Suprema.
Duhalde, Solá y Kirchner son los candidatos que quedan en el peronismo. Solá adelantó que está dispuesto a negociar su posición en una mesa de peronistas; el gobernador de Chubut, Mario Das Neves, dice lo mismo sobre su candidatura.
Kirchner, en cambio, no delegará nada. Ultimamente se mencionó mucho la posibilidad de que la futura candidatura kirchnerista termine cayendo en manos de Daniel Scioli. Hasta se habló de una fórmula entre Scioli y el gobernador de San Juan, José Luis Gioja, bendecida por Kirchner como su sucesión consentida. Puras maniobras de Kirchner para mantener a esos gobernadores en el cada vez más desolado redil kirchnerista.
Un kirchnerista de pura raza responde con una pregunta socarrona cuando se le pregunta sobre esa posibilidad: ¿Alguien vio a Kirchner, alguna vez, delegar poder voluntariamente? , dice, y se responde: Jamás . Es cierto; ni siquiera le delegó el poder a su esposa cuando le transfirió el gobierno. La forma de ser se une con la necesidad política. Kirchner precisa de su candidatura para abroquelar al núcleo social de entre un 20 y un 25 por ciento del electorado (que va del progresismo suave a la izquierda dura) que no tendrá representación en ninguno de los otros candidatos.
Kirchner hasta podría entrar en la segunda vuelta electoral, aunque todos los analistas de opinión pública aseguran que terminará como Carlos Menem en 2003. Una aplastante mayoría rechazaría su regreso a la presidencia en un probable ballottage. Pruebas: en Mendoza, el oficialismo acaba de salir cuarto en las elecciones de la capital. El kirchnerismo no jugaba en desventaja en Mendoza; el gobernador de la provincia, Celso Jaque, es un kirchnerista fiel.
Duhalde mira ese horizonte y ratifica que no se bajará de la candidatura. Cree en el acuerdo que escribió con Rodolfo Terragno para instaurar un modelo de país homologable y permanente, al estilo de Brasil, Chile y Uruguay. Ya lo suscribieron todos los líderes radicales, muchos jefes peronistas y Mauricio Macri; también lo firmaría la Coalición Cívica como partido. Pero la oferta de Duhalde es más amplia: se muestra como un político de hombros anchos para enfrentar la herencia de Kirchner, que incluirá la desmesurada influencia de dirigentes como Hugo Moyano y Luis D´Elía. En la otra orilla, Kirchner sobrevalora a esos caciques sociales en detrimento de los partidos políticos.
El acuerdo de los partidos no será suave , asegura Duhalde. ¿Qué significa no ser suave? Significa que debe comprender a los empresarios, pero no a los empresarios que se hicieron ricos con el kirchnerismo. Estos deberán ir presos. Y significa que los dirigentes gremiales no podrán tener más poder que la política , responde Duhalde. Los desbordes políticos del sindicalismo lo preocupan en los últimos tiempos.
Macri cree que, a pesar de todo, Duhalde podría cederle a él su candidatura. Macri, Duhalde y Elisa Carrió son los únicos, en rigor, que no temen decir cosas absolutamente opuestas a las verdades kirchneristas y al discurso único. La candidatura de Macri descansa sobre el proyecto de que contará con aliados peronistas. El jefe del gobierno porteño no tiene muchas salidas: comprobó que la gestión capitalina es imposible con un gobierno central en contra. ¿Para qué le serviría una reelección en el lugar donde está?
Otra cosa que no sucederá será la recreación del Acuerdo Cívico y Social tal como se lo conoció. Carrió no será candidata de ese espacio si debiera competir con Cobos en una interna del acuerdo. No está dispuesta a aceptar reglas del juego que sabe que luego no cumplirá ( por razones éticas , aclara). Esto es: Carrió nunca entrará a un cuarto oscuro a votar por Cobos como presidente de la Nación.
Cobos no es lo que era en las encuestas, pero todavía sigue siendo inevitable para el radicalismo. Ricardo Alfonsín le muerde los talones en esas mediciones, aunque el dirigente con mayor prestigio entre políticos y empresarios es el presidente del radicalismo, Ernesto Sanz; la carencia de éste es que la mayoría de los argentinos no lo conoce todavía. Carrió aspira, al revés de los radicales, a liderar una propuesta con peronistas incluidos.
Tampoco sucederá, por último, un adelantamiento de elecciones. No puede suceder. La Constitución estipula claramente (artículo 95) que las elecciones se efectuarán "dentro de los dos meses anteriores a la conclusión del mandato del presidente en ejercicio". Las próximas elecciones presidenciales no podrían ser nunca, por lo tanto, anteriores al 10 de octubre de 2011. Sólo si ocurrieran previamente las renuncias de Cristina Kirchner y de Cobos podrían adelantarse las elecciones.
Aun cuando electoralmente le conviniera, ¿la Presidenta aceptaría de hecho que no pudo concluir su mandato si renunciara sólo para adelantar las elecciones? Imposible, hasta donde llega la mirada. Sin embargo, a la política y a los políticos les gusta dar vueltas sobre lo que nunca sucederá.